jueves, 20 de febrero de 2014

Envidia

La tarea de hoy, 19 de febrero, es un cuento cuyo tema central es la envidia.

¿Qué no se ha dicho sobre la envidia? Quisiera escribir aquí una sesuda disertación sobre este pecado capital, cuya posición ordinal la verdad desconozco, para adornar y "enriquecer" esta entrada. Sin embargo, no recuerdo, de ninguna de mis lecturas, que hayan, siquiera, rozado este tema.

Puedo hablar, eso sí, de lo que me ha tocado vivir. De mis propias vivencias.

Tuve un jefe que, cito, "no vas a llegar a esa posición antes que yo". O sea, no iba este pobre hombre a conseguir ese puesto antes de la edad que él lo consiguió. En otra ocasión me dijo, "mientras yo esté en esta compañía, tú no pasarás de ese puesto". Y no pasé... ni cuando se fue. En sí, no fue tanto culpa de él. Para qué le doy tanto crédito. Mi timidez y mi falta de relaciones ayudaron en ello. Ergo... yo contribuí.

Yendo más atrás, a la secundaria. Un compañero hizo y deshizo para golpearme. Nunca lo logró. Una tarde, al salir del colegio, juntó a un grupo de amigos y me estuvo, como dicen aquí en el norte de México, "venadeando", lo que en buen español quiere decir, acechando. Yo solía hacer el camino a casa junto a un amigo que tomaba la pesera (transporte público). Ese día, no recuerdo bien por qué, no fue así. Mi amigo se fue primero y lo confundieron conmigo. Lo golpearon y amenazaron, pensando que era yo. Él, nunca olvidaré esto, regresó hasta el colegio y me alertó. No regresé hasta que mi madre fue por mí.

Hoy, al salir del taller, mi compañero y yo, vimos a un indigente (como les dicen en México a los pobres que no tienen casa y duermen en la calle) durmiendo con sus cosas en la acera de una iglesia católica de construcción moderna. Está en una colonia de ricos. Yo le dije: ahí hay un cuento sobre la envidia. Y di varios ejemplos: él indigente que envidia a los ricos; el rico, recién secuestrado (bueno, no resulta creíble ahora, pero así lo comenté) que pasa en su coche y envidia al pobre porque no tiene riquezas que cuidar ni rescates que pagar. Mi compañero dijo que leyó una historia en el Internet (¡maldito Internet!) que hablaba de algo parecido. Entonces, le propuse cambiar la historia: el indigente envidia al rico, por rico; y el rico, recién secuestrado, al pobre por pobre: ambos unidos en la misma historia. Ambos reímos. Luego añadí a un perro que orina al indigente dormido y al coche del rico (inverosímilmente estacionado en la calle).

La envidia, pienso, debe ser la más grande de las inseguridades. Es una soledad, sin sol ni desierto, que agosta el alma. Un vacío incapaz de ser llenado y, por tanto, sin oquedad. Es tener un pie en la muerte y padecerla en vida. Como intentar respirar bajo el agua putrefacta.

Tengo que escribir un cuento sobre la envidia. Más bien, la tarea es escribir un cuento sobre la envidia... ese sentimiento silencioso...

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