viernes, 28 de febrero de 2014

Otro sueño

La noticia del fin de semana pasado fue la detención del narcotraficante "El Chapo". La semana siguiente estuvo, literalmente, plagada de notas sobre él, sus riquezas, su detención, en el radio una supuesta plática con él. En un noticiero de la televisión dijeron esta mañana, ya viernes: estamos "enchapopotados" (el chapopote es una resina del petróleo que se utiliza para pavimentar las calles). Esta insistencia mediática -en el internet, la televisión y la radio- dejó una huella en mi inconsciente.

Anoche soñé que vivía en un cuartito. Era de noche. Una balacera se desató y mi esposa y yo quedamos en medio de ella. El cuartillo no pudo protegernos: las balas llovían, literalmente, y agujereaban el techo y los muebles. Salimos a buscar un refugio entre tanto cuarto que había, sin encontrarlo. Podía escuchar el zumbido de las balas, las detonaciones, los gritos de los soldados y de los criminales. Sentí tanto miedo de no poder proteger a mi mujer ni a mí mismo. Luego la lluvia comenzó, suave, silenciosa, como un estorbo que llenaba de lodo las calles. Odié la indiferencia de las personas hacia nosotros, los que huíamos; la codicia de unos, el deber tajante de otros. Odié al ser humano y la maldad de la que es capaz. Odié la lluvia, la falta de refugio, las balas y la muerte. Me odié a mí mismo, mi propia vida que me tenía, quizá de manera casual, en medio de todo eso. 

Entonces desperté. Vi la realidad de mi recámara, hundida en la noche y el silencio de la madrugada. Mi esposa a mi lado, dormida, tranquila. Yo mismo, intacto. Entonces, odié esa parte de mí, que no me deja conciliar un sueño tranquilo, que no me da solaz, a pesar de la vida. ¿De qué sirve estar vivo, si el sueño te recuerda que lo estás?

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