martes, 29 de abril de 2014

Abril 29, 2014

¿Dónde está esa realidad que tildaban de ficticia, esa realidad imperfecta que, tal vez de un modo irracional pero convincente, llenaba nuestras vidas?
¿Cómo les explico a mis hijos, con qué cara les digo, para tranquilizarlos, "la vida es así"?
¿Lo es?
Recuerdo tardes de sosiego bajo un sol que se iba a descansar, para abrir paso a una noche plena de sueños, de anhelos, de expectativas infantiles, de alegrías mansas.
No había monstruos detrás de las puertas ni espectros debajo de las camas.
Latente estaba un mundo dispuesto para nosotros a ser explorado, a ser vivido con paciencia y curiosidad. Un mundo vasto.
Y las noches estaban llenas de los murmullos de las estrellas, de los cantos de la Naturaleza, de lunas empeñadas en repetir los mismos rostros conforme avanzaba el mes... y se acumulaban los años.
Y la familia. Mi familia. A mi lado.
El tiempo pasa, deshoja la flor de mi esperanza que unos fantasmas reales, crueles, carentes de piedad, amenazan con aniquilar.
¿Dónde está eso que era mi vida?

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