lunes, 6 de octubre de 2014

Voz y realidad

Quiero arrancarle a la realidad esa voz
que no me deja dormir,
ese sonido que no sé si es un grito
o un canto...
Un lamento que intenta descarrilar al sol.

Quiero tomarla de las manos,
a la realidad,
y sentarla en esto que otros llaman vida,
existencia, 
tránsito en medio de otras voces, pequeñas.

Quiero escupirla,
arrancármela de la piel, de este cuerpo
que nos pertenece a ambos
y a la vez a ninguno.

Porque yo soy dueño de él,
de mi cuerpo,
de lo que siento y padezco,
de lo que añoro y vivo en sueños...
en la realidad,
en brazos de ella,
gracias a ella.

La necesito, es verdad,
me necesita porque tiene mi voz,
no me la entrega...

Vago mudo por el mundo,
con los ojos bien abiertos
y los oídos inquietos,
necesitados de vida
en esta esquina de soledad,
de tránsito y existencia.

Mi voz está ahí,
a mi alcance,
me habla desde lejos,
desde la oscuridad.

Dios es mudo,
un silencio que busca
hacerse escuchar,
que intenta resonar
a través de mi voz.
Me necesita para existir,
para ser alguien en mi vida.

Pero yo a él no,
porque yo no soy mudo,
ni ciego, ni sordo...
escucho mi voz,
la veo reverberar
en mis miedos, en estas ausencias
que llenan mi vacío.

Ahí, justo ahí,
va mi voz.

Repta,
seductora,
en las telarañas
de mi mente,
en esta piel que no ha
olvidado erizarse,
porque hoy, sólo hoy, estoy vivo.

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