jueves, 10 de octubre de 2013

Escribir, para leer bien

Hoy es 10 de octubre. El martes empecé un curso de liderazgo que termina mañana. Las tres tardes posteriores al mismo, he salido exhausto. En este momento escribo, porque tengo la sensación de que me ayudará a relajar la mente. Vamos a ver.

Ayer, en el taller de lectura, aprendí de mis observaciones sobre los textos de mis compañeros. También de las que hicieron del mío. Sin embargo, doy mayor valor al aprendizaje que obtuve de mis comentarios sobre los escritos ajenos. Me enseñaron a leer. A Leer, con mayúscula. Ignoraba que los textos pre-literarios escondieran joyas. No, no me malinterpreten: no pretendo demeritar la calidad de la escritura de mis compañeros. No. Aceptemos que estamos todos en el taller porque deseamos aprender a escribir. Hacerlo bien. Lo que trato de decir es que en el taller mi lectura ha empezado a mejorar.

No estoy muy seguro, pero creo recordar el anuncio en el periódico como "taller de lectura". Semanas después, en mi mente, cambió a "taller de literatura". Desconozco la razón. Mi punto es que en este momento, estoy convencido, sin lugar a dudas, de que la primera acepción es la correcta: estoy aprendiendo a leer. A encontrar esa belleza en las palabras ajenas.

Gabriel García Márquez, en "La bendita manía de contar", dice, en mis palabras, que cualquier persona puede escribir grandes textos, sin ser un escritor reconocido. Todo es cuestión de empeño y trabajo. De oficio. Qué es lo que determina que te conviertas en un escritor ampliamente leído y aceptado en lugares impensables como el extranjero y tan remotos como tu propia tierra, es un asunto que no pienso abordar. No recuerdo si ése mismo libro menciona que la clave está en la lectura. Por ello, me he propuesto releerlo. Del mismo modo que estoy releyendo "El llano en llamas", tras el cual seguirá "Pedro Páramo". Años atrás ya habían pasado por mis manos. Pero los leí mal. Tan mal que no supe apreciar la belleza que había en ellos. No quiero pensar en todos los otros libros que he leído, porque la angustia hará de las suyas y me hará pedazos. Tampoco quiero presumir mencionando aquí cuáles fueron. No quisiera terminar con una jaqueca peor a la que tenía cuando empecé esta entrada en el blog.

Lo importante, lo que quiero compartirles, es que la sesión de ayer abrió mis ojos. Ignoro si en un taller en el que se leyera y no se escribiera, el resultado hubiera sido el mismo. La diferencia, me atrevo a afirmar, es que si solamente nos enfocamos a leer escritores que saben escribir y nos privamos de los que vamos aprendiendo, jamás llegaríamos a leer de verdad. No sólo con los ojos y la mente, sino con el alma y el corazón.

Bien lo ha dicho nuestra maestra: "escribir es desnudarse". Pero leer, leer de verdad, es hacer el amor.

Buenas noches.


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