domingo, 13 de octubre de 2013

Una historia de principios

"Ese día nada se había acomodado bien. Los soldados de las calles, patrullando la ciudad, se habían metido en sus sueños y entraban en contacto con él. Su abuela paterna, recién operada, convalecía en el hospital desde el jueves y él se enteraba este sábado, en la última hora del día.

Llevaba dos noches soñando con los militares. Las dos noches de convalecencia de la abuela. No pensó en una coincidencia. Sólo lo aceptó. Así nomás, quedito, como diría Rulfo. Avisó a las hermanas por Facebook, y se acostó a dormir. Iría a verla al otro día. Sin falta, los soldados estarían hoy en sus sueños.".

¿Es un buen principio empezar por el final? En este caso todo es verídico. Todo me sucedió. Sin embargo, es una ficción, porque no es el final verdadero. Lo tomé prestado para comenzar a hilar la historia. Cuajó dos semanas atrás, para ser exactos; pero anidó en mí años atrás. En realidad no me dí cuenta, mentiría si afirmara lo contrario. 

No pretendo contar la trama aquí. Desnudarla. Quisiera compartir como surgió, aunque ni yo mismo esté consciente de ello. Sucedió al platicar con mi esposa: estaba seguro sobre quiénes iba a escribir, pero no sabía la historia en sí. Ella bajó y leyó el principio... entonces, en mí, sin quererlo, brotó la idea, completa. Inclusive se la revelé.

Su mirada gustosa me dio a entender el acierto. Sólo me falta escribirla. Sólo me falta escribirla...

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